Palabras de apertura de la LVII Asamblea General Ordinaria de la CRC

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Bogotá, 28 de abril de 2018

Excelentísimo Monseñor
Oscar Urbina Ortega
Arzobispo Metropolitano de Villavicencio
Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana

Reverenda Hermana
Gloria Patricia Corredor
Presidenta de Conaced Nacional

Reverendo Padre Franklin Buitrago Rojas
Decano de la División de la Facultad de Teología y Filosofía
Universidad Santo Tomas

Respetado
Oscar Augusto Elizalde Prada
Director Revista Vida Nueva Digital

Hermanas y Hermanos de la Junta Directiva de la CRC

Apreciados Superiores Mayores Generales, Provinciales y Delegados,
Coordinadores de Seccionales y Comisiones:

Gracias por acoger la invitación, por salir de sus geografías cotidianas y hacer posible el encuentro, por privilegiar lo que se construye con otros, en comunión, en Iglesia… Gracias por estar aquí.

Dios se empeña en crear y recrear la historia, y porque Él lo ha querido tenemos el privilegio y el compromiso de estar en la “génesis” de una Vida Religiosa más frágil y minoritaria y por lo tanto más apta para confiar y dejarse conducir por senderos insospechados.

Una vida religiosa con menos privilegios y más serenamente pobre y esperanzada.

Y tal vez por eso, en este hoy de nuestra Vida Religiosa, nos corresponde parodiar a Tagore y repetir con él: “Déjame sólo, aquel poco de mí, con el que pueda llamarte, mi todo”

Nos queda mirar nuestras manos y reconocerlas desprovistas, pero fecundas.

Contemplar las manos de nuestras hermanos ancianos y reconocerlas necesitadas y misteriosamente plenas, curtidas de entrega, arrugadas de suavizar la existencia de otros. Manos que se han aproximado a las nuestras para bendecirnos y acariciarnos; para ofrendar aquello que tienen: una plegaria, una expresión sincera, un legado auténtico y eterno.

Observar las manos de quienes están en la brega cotidiana. Aquellos que las extienden generosas en el aula de clases, en la boca de la mina, en la dirección del Colegio, en el acompañamiento a la Biblioteca, en el grupo bíblico, en la asesoría pastoral, en la cocina de la casa, en el campamento con los jóvenes, en la parroquia, en la Universidad, en el taller con los campesinos, en la residencia, en… Esas manos se han aproximado a las nuestras para revelarnos que existe un gran celo apostólico y que tantas búsquedas sinceras por el “más” de la misión, se constituyen en el testimonio que actualiza nuestros carismas.

Las manos de quienes apenas empiezan y estrenan lozanía, vigor, riesgo, creatividad, pasión evangelizadora. Manos de diversas razas y colores, que se enlazan en categoría de hermanas por Jesús y el Reino.

Manos de mujeres y hombres, manos frágiles y fuertes, manos encallecidas, que saben de acunar la vida y de curar heridas; manos que portan el Evangelio y que abren la tierra para depositar en ella semillas de esperanza; manos que se arriesgan, que construyen y sostienen; manos que se saben corresponsables de la construcción de la Patria y de la Iglesia.

Pidamos a Dios la gracia que necesitamos para que durante estos días podamos extender las manos, y construir juntos. Que en actitud confiada y agradecida por la acción recreadora de Dios, podamos verbalizar nuestros deseos:

- Deseos de vivir con autenticidad y coherencia la vocación a la que hemos sido llamados; de hacer de Jesús el “Absoluto” de nuestra vida, de configurar en nosotros sus valores y optar por su Proyecto.

- Deseos de caminar como hermanos, acogiendo nuestras diferencias, potenciando lo mejor de cada uno, construyendo proyecto común; entonando la melodía de la fraternidad.

- Deseos de responder “de manera nueva y con nuevo fervor” a los desafíos de la misión; de ser comunidades apostólicas orientadas a servir y amar.

- Deseos de traspasar fronteras para contemplar con los ojos de Dios la realidad de cada pueblo y las situaciones en las que urge una mano tendida, un corazón capaz de compasión.

- Deseos de lanzarnos “mar adentro”, de tender a lo profundo, de navegar sin miedo, de echar con constancia y radicalidad las redes hasta que la barca derroche fecundidad.

- Deseos…

Jesús sigue llamando. Él pronuncia nuestro nombre; en sus labios cobra toda su belleza nuestro ser. Quiere necesitar de cada uno de nosotros. Le hace bien la sabiduría de quienes lo han dado todo y se han quedado con lo fundamental; la paciencia de aquellos que ven disminuir sus fuerzas a causa de la enfermedad y que se ubican con libertad y esperanza; la pasión evangélica de los que se encuentran asumiendo los múltiples desafíos de la misión; la paz de quienes se sienten plenos y realizados en este estilo de vida; la alegría de los que estrenan camino y lo buscan arriesgando e innovando. Él nos llama tal y como somos y nos quiere para sí y para su Reino.

Se trata de hacer posible la vida, de fortalecer la misión. De ganar en libertad y en alegría, de vencer las amarras que nos limitan y lanzarnos al camino, con consciencia de hermanos y seguros de que está con nosotros el Dios que todo lo puede, el que se enternece y se compadece, el mismo que comparte la mesa con sus amigos y que hace su morada en nuestro pueblo.

En esta coyuntura del país, contemplamos y dejamos resonar la realidad del Catatumbo, de Tumaco, de San José de Apartado y de cada uno de las parcelas de las que venimos y reconocemos que más allá de las urnas, del ejercicio democrático, de la sumatoria de votos y opiniones, se abre ante nosotros, la posibilidad de hacer la paz; de construirla en el escenario concreto en el que se desarrolla nuestra cotidianidad.

Ahora es nuestro turno de jalonar el proceso de reconciliación en el que creemos, el que tiene como origen la justicia, el que exige que los derechos y las posibilidades se hagan accesibles para todos y que la corrupción se aleje para siempre de las estructuras vitales de nuestra sociedad.

Es hoy, cuando nos compete darle el protagonismo a lo comunitario, a lo que se teje con otros y en busca del bien común; a lo que nos permite recrear nuestra identidad de hermanos y dejar atrás las polarizaciones que desgastan la unidad.

Justo en este momento, a la Vida Consagrada de Colombia, le corresponde abrir los ojos, para detectar aquellos lugares, en los que la vida sigue siendo amenazada de muerte, y ser allí, portadores de una palabra y un testimonio que permita optar por la justicia, motivar al perdón, defender a las víctimas, repartir con generosidad el pan y las posibilidades, abrir las puertas al inmigrante, expresar el amor con gestos de ternura.

Es nuestra hora de vivir en estado de éxodo y de servicio, de itinerancia y peregrinación. Hacernos eco de la realidad, comprometernos, tomar posición y asegurar que todas nuestras energías sean invertidas en el trabajo por el Reino, desde los valores y criterios del Evangelio. No podemos caer en el engaño de la autoreferencialidad, de la publicidad, del individualismo, las teorías, los modos y las posiciones que nos dividen, desintegran o acomodan.

Centrados en Jesús, estamos llamados, como dice el Papa Francisco a: “encontrar la vida, dándola”. Urge nuestro compromiso profético; apremia el que abramos nuestro corazón a los más pobres, para que su voz, su realidad nos resuene, nos desafié, nos confronte, nos incomode, nos convierta.

Debemos pronunciar palabras que le devuelvan a los más débiles su porción de esperanza, de alegría y de dignidad. Y ojalá permitamos que su vida, la de los más pequeños y excluidos, sea la palabra que Dios usa, para invitarnos a vivir con más autenticidad, coherencia y radicalidad nuestra vocación de consagrados.

Comencemos esta Asamblea apremiados por el deseo de dar un paso más.

En nombre de mis compañeros de la Secretaría Ejecutiva y la Junta Directiva: Marta, Beatriz, Orlando, Cesar, Carlos y Said, quiero darles la bienvenida e invitarlos a elogiar la comunión, la intercongregacionalidad, a dar juntos, en condición de hermanos, “un paso más”.

Que la Virgen de Chiquinquirá, la Patrona de nuestras gentes y nuestras causas, nos acompañe al caminar.

Bienvenidos.

Liliana Franco Echeverri odn
y miembros de la Junta Directiva de la CRC

 

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Revista Vinculum No. 281 de 2022.  <<Amazonía: Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral>>
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